jueves, 17 de abril de 2014

La danza

Hoy la tarde sucumbía presurosa ante el calor fulminante que combinaba perfectamente con el que se introducía por mis venas, me vestí, me peiné y miraba a cada momento el teléfono como en un tic nervioso, esperaba que algo cambiara, más ningún evento que esperaba cambió. La tarde jugó como siempre conmigo, me guiñaba el ojo con sus contrastes se perdieron cabizbajos ante mi mal humor que no concebía mirarla amorosamente pese a las túnicas lilas y rosadas que poseía, dueña y señora de sí mismo se reía de mi inmortalidad ya que presurosa al ver que no le rendía honores fué a cambiarse la túnica y se vistió para bailar, aconsejó a sus sirvientes tomen sus joyas y la vistan de gala, eso si con escote porque vería al celoso señor viento pasearse frente a ella pero como siempre queriendo incitarla a alguna aventura de descontrol al que ella no estaba dispuesta, no hoy  porque prefería la compañía del señor cálido que ya había prometido visitarla, el tiempo pasó y su acompañante no llegó, más se sintió algo celosa al ver que el mío llegó pero algo tarde, ella tomó sus lujos y ya con algo de vergüenza por el rímel corrido en sus nubes grises corrió y se escondió tras el biombo y si, aunque envidiosa al inicio luego sonrió, porque lo que vió le recordó como era el señor cálido, tardaba, se hacía esperar pero siempre llegaba a su encuentro, es así como se marchó tranquila a sus aposentos.

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